Transición hacia el nuevo liderazgo norteamericano
Con la participación de los Estados Unidos en la Primer
Guerra, la derrota de Alemania devino inmediatamente. La intervención
norteamericana en la guerra cambiaría, la configuración de las relaciones
geopolíticas de Europa y el mundo. La política de Wilson fue articular el mapa
europeo desde la recién creada Sociedad de las Naciones, delimitando el territorio
y reparaciones que debía afrontar Alemania, y creando nuevos Estados del Impero
Austro-Húngaro, buscando generar un cordón a la expansión de la flamante
revolución comunista rusa. Este frágil ordenamiento dependía de que Estados
Unidos garantizase el círculo financiero internacional, por otra parte resultaba
indispensable la participación política en la custodia de los tratados.
Luego de la Primer Guerra, se intentó rearticular la
economía internacional bajo los preceptos que habían configurado el período de
preguerra. Los Estados volvían a incorporarse al patrón oro y equilibraban sus
gastos fiscales. Pero la constante debilidad de la economía británica dificultaba
la estabilidad monetaria. La pérdida de productividad obligaba a bajar salarios
para mantener la competitividad británica, produciendo conflictos sociales,
como la huelga minera en 1926. Esto obligó a Gran Bretaña a regular la moneda
hasta llegar a la incorvertibilidad de la libra.
Resultaba claro que la estabilidad financiera cada vez
más dependía de la evolución de Norteamérica. Durante los años ‘20, los Estados
Unidos mantuvieron un crecimiento sostenido. Pero hacia 1928, la economía
estadounidense entraría en una crisis de sobreproducción que bajaría los
rendimientos económicos y precipitaría la crisis.
El crack de la bolsa en 1929 obligaría a un cambio
global en la intervención del Estado y a un replanteo del libre-comercio. Tras
su asunción, F. Roosevelt desplegó diversas políticas intentando contrarrestar
la crisis bancaria. Las leyes de reordenamiento del agro, de fomento a la industria
y la reorganización del Estado delimitaron el programa de acción del gobierno.
Las políticas económicas plantearon una nueva relación del Estado con la
economía. Se depositaba una nueva fe en el Estado, permitiéndole desarrollar
políticas reguladoras y fiscales aumentando la intervención estatal.
Argentina y la ISI como respuesta a las crisis
El gobierno de Alvear encontró a la economía argentina
en una nueva fase de expansión. La rearticulación del mercado mundial en la
posguerra reorientó las relaciones comerciales de Argentina. Con la pérdida de
hegemonía de la Corona, los Estados Unidos comenzarían a vincularse
estrechamente con nuestro país, invirtiendo en la economía local y exportándole
maquinaria y capitales. Al no perder las exportaciones hacia la corona, se
perfiló una relación triangular. Bajo este contexto, la economía argentina se recuperó
a lo largo de la década del ‘20. El auge de crecimiento produjo una reducción
de los conflictos sociales, generando una gran estabilidad política y el
fortalecimiento de los sectores oligárquicos.
El crack del ‘29 y los intensos cambios internacionales
impactaron fuertemente en Argentina. El incremento de la burocracia estatal se
reflejó en un fuerte aumento del gasto público, situación que irritó a los
sectores conservadores. El déficit fiscal, sumado a los crisis del ‘30 y a la
enfermedad del caudillo, Yrigoyen, apresuraron la decisión de acabar con el gobierno,
incentivando los movimientos que pedían su renuncia a la presidencia.
La apertura de la economía argentina al comercio
mundial generaba una dependencia muy fuerte de los vaivenes del mercado
internacional. El 24% de la producción interna estaba volcada a las
exportaciones, suministrada por 67% de la producción agrícola. Además, los
ingresos del Estado estaban constituidos en un 75% por los aranceles de Aduana.
Así es que, el shock externo provocado por la guerra, se sentiría fuertemente
en la economía argentina.
Las políticas económicas desplegadas en este período
fueron una “reacción” a una situación desfavorable del comercio internacional
antes que un estrategia de industrialización, a lo que se debe agregar que,
según el poder de la oligarquía en cada país, el cambio de rumbo no sería inmediato.
En Argentina, durante la década, la elite terrateniente
gobernó de manera fraudulenta e intentó, bajo el pacto Roca-Runciman en 1933,
mantener las relaciones comerciales del agotado modelo agroexportador, sumiendo
así a toda la sociedad argentina a los intereses del la fracción oligárquica de
los “criadores”, a los frigoríficos extranjeros y al capital inglés.
Este período, marcó la crisis y ocaso del modelo
agroexportador. Argentina entraría en un proceso de “Crisis Nacional”. El
“desarrollo hacia afuera”, comenzado en 1880 y sus variaciones políticas en
1916, habían cumplido su ciclo. Era insostenible mantener este tipo de
desarrollo bajo el nuevo contexto internacional. Comenzaba un “desarrollo hacia
adentro”, y que tuvo sus primeros esbozos en el Plan Pinedo den 1940.
La incipiente industrialización que remplazaría lentamente
algunas importaciones, configura un cambio en la estructura social. Intensas
migraciones internas irían a nutrir la nueva clase obrera industrial. Con la
asunción de Perón y el nombramiento de Miranda en Hacienda, Argentina despegó
económicamente. Un organismo como el IAPI, que derivó parte de la renta agraria
a la industria y un plan quinquenal que fue viable mientras duraron las divisas
de posguerra que favorecieron al desarrollo.
Con el agotamiento de las reservas monetarias y la mala situación en el campo, y un cambiante
marco internacional que no pudo ser sorteado, se clausuró el desarrollo
económico propuesto por el peronismo. El proceso encabezado por Perón, si bien
encontraba una base industrial y un complejo militar dispuesto a consolidar la
industrialización, encontró resistencia de los sectores conservadores. Por otra
parte, la presión de los Estados Unidos, que comenzaba a desplegar su hegemonía
político-militar, también se hizo sentir. El proyecto peronista languideció por
los enfrentamientos internos y aunque intentó un reacomodamiento en su relación
con los Estados Unidos, jamás logró reinsertarse en el mercado mundial.
Delimitación de la pax americana
Al finalizar la guerra, los países europeos se encontraban
devastados. La hegemonía económica de los Estados Unidos era absoluta,
representaba el 45,3% de la producción industrial mundial y el casi el 40% del
PB mundial. Pero la guerra la había aliado a la URSS que expandía su zona de
influencia hacia Europa. Para garantizar el capitalismo mundial, Estados Unidos
debía garantizar la economía internacional.
Inmediatamente a la posguerra, el cuadro internacional
se iría articulando en dos bloques. Por un lado los Estados Unidos liderando
las economías capitalistas industriales; y por el otro la URSS, conformando un
bloque de países que fueron puestos bajo su zona de influencia. La formación de
esta polaridad estuvo centrado en el enfrentamiento de interese contrapuestos.
Pero las posiciones contrapuestas sobre los temas de Alemania, Europa Oriental
y el Medio Oriente se harían sentir en la reunión de Postdam y se
profundizarían hasta llegar al enfrentamiento político.
La contención al comunismo se transformó en la política
exterior de los Estados Unidos, que permitió mantener y ampliar el
complejo-militar industrial en una lucha desenfrenada por desplegar una
capacidad bélica que mantuviera a cada bloque en su zona de influencia. Los
Estados Unidos se aprestaron a sustituir definitivamente la paz británica la pax americana. En febrero de 1945, en el acuerdo de Yalta, Roosevelt
hizo importantes concesiones a Stalín a cambio de que la URSS participase de la
formación de las Naciones Unidas. De esta manera se intentaba institucionalizar
los conflictos que podrían devenir en el futuro.
Además, para controlar la economía internacional, se
fijó un acuerdo denominado Bretton Woods, que delimitaba las normas para constituir
un sistema monetario internacional donde el Dólar pasase a representar una suma
en oro y ser divisa internacional en las transacciones. Este sistema quedaba
garantizado con la constitución del Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial.
La situación de los países europeos en la posguerra era
desolador. A las pérdidas humanas
-cerca de 50 millones de personas- se le sumaba la destrucción material.
Para permitir un rápido desarrollo, los Estados Unidos lanzaron el Plan
Marshall, un financiamiento que alcanzaba el 4% PBI norteamerica a lo largo de
cuatro años, lo que permitió a la economía europea recuperarse en los años ‘50.
Desde 1950 hasta 1973, se vivenciaría un crecimiento
económico sin precedentes en la historia de la humanidad. Todos los países del
mundo alcanzaron ritmos de crecimientos superiores al período de preguerras. Un
gran cantidad de países se industrializaron y mejoraron su situación económica.
El PB mundial casi se triplicó, la población mundial se duplicó y el PB per
cápita promedio se duplicó.
Tras la implantación del Plan Marshall, las economías
europeas reestablecieron su crecimiento económico. Para acrecentar el comercio
internacional, luego del fracaso de la formación de la OTI (Organización
Internacional de Comercio) se establecieron una serie de acuerdos conocidos
como GATT, que facilitaron la integración comercial de las economías occidentales.
Fomentado por políticas macroeconómicas activas desde el Estado, las tasas de
crecimiento alcanzadas por los países de la OCDE tuvieron un promedio del 4,4%
anual, levemente superior al de los Estados Unidos (3,9%) e inferior a Alemania
(6%) y Japón (9,2%).A lo que se agregan una tasa de desempleo promedio del 2,6%
de la PEA.
Por parte de la URSS su rendimiento económico de
posguerra sería también extraordinario, alcanzando una tasa de crecimiento del
4.8%. A los países de Europa del Este que quedaron bajo la órbita de la URSS se
les impuso la planificación económico. Esto permitió la industrialización de
algunos de ellos y un crecimiento promedio del 5% anual. Debemos sumar a los
países de planificación centralizada a China, que en 1949, con la victoria de
su revolución, adopta este tipo de economía. El rendimiento económico de este
país alcanzó un 5,1% anual.
La crisis definitiva del imperio británico y el desmenbramiento
del francés abrió paso a la independencia tanto política como económica de los
países que habían subordinado su crecimiento económico en el período del imperialismo.
La idea de Tercer Mundo surge a partir de este proceso de descolonización,
junto a la búsqueda de autonomía de los bloques liderados por los Estados
Unidos y la URSS. Cada región tendrá sus particularidades dependiendo de la relación
que establecieron habían establecido en la economía internacional en el período
1873-1914.
Por parte de América Latina, la crisis del ‘30 obligó a
replantear los lazos con la economía internacional y a profundizar políticas de
sustitución de importaciones que incentivó la industrialización de la región.
Los países latinoamericanos registraron un crecimiento económico en el período
de entreguerras superior a los países europeos y se enfrentaron a la situación
de consolidar su desarrollo económico en la posguerra. Durante ese período la
región alcanzó tasas de crecimiento del 5,2% anual.
En tanto que África y Asia, no corrieron igual suerte,
debido a que eran colonia y no tenían independencia política, y sólo la
alcanzarían en la posguerra. Luego de la independencia nacional ambas regiones
comenzarían un crecimiento económico sostenido. Con diferencias marcadas,
África tuvo tasas del 4,5% anual y Asia del 5,2%. Debemos destacar que esta
última región, se iría articulando con los países occidentales, recibiendo
inversiones de capital y manteniendo una relación comercial que la mantendría
con un crecimiento económico en el período posterior.
El ISI como modelo de desarrollo
La posguerra delimitó la puesta en marcha sistematizada
de un desarrollo en base a sustitución de importaciones. La coyuntura
internacional que delimitaba el mundo bipolar y la descolonización incentivaban
a la puesta en práctica de este tipo de políticas económicas.
El ascenso conservador luego de la caída de Perón
realineaba a Argentina con el mundo occidental. Incluso el conjunto de
políticas económicas de los gobiernos que se alternaban no cambiaban sustancialmente
en términos de política exterior. Si se recrudecían los enfrentamientos internos
por las políticas salariales y la concentración de los sectores conservadores
que se oponían a financiar el proceso de industrialización, provocando el
efecto que Diamant denominó Stop and Go.
Aquí está punto más sustancioso del debate, y que se
pone en su contexto histórico, tal cual lo pensaban los intelectuales de la
época que llenaban estantes con análisis de la viabilidad de proyectos. Si bien
no es posible en este espacio agotar la discusión, sí es necesario entender que
la conducción del proceso encontraba límites que no pudo sortear, no por
ineficiencia de la política económica, sino por las fuerzas concretas que inviabilizaron
la consolidación del proceso.
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